La estrella de Belén, ¿una alineación planetaria que no se repetirá en 500.000 años?

Un astrofísico defiende que el fenómeno que llevó a los Reyes Magos hasta Judea fue una conjunción de planetas extremadamente rara que ocurrió en el año VI a. C.


Imagen del frontal de altar de Mosoll, de mediados del s. XIIII

¿Qué fue en realidad la estrella de Belén que según los evangelistas guió a los Reyes Magos hasta el nacimiento de Cristo? ¿Fue un cometa como el famoso Halley que Giotto pintó en 1304 en «La adoración de los reyes magos»? ¿Una potente supernova? Grant Mathews, profesor de astrofísica y cosmología teórica en el Departamento de Física de la Universidad de Notre Dame's College of Science, ha estudiado durante más de una década el misterio que rodea a este fenómeno astronómico que marcó el inicio de nuestra era. La estrella de Belén no fue una estrella, asegura. Lo que guió a los magos de Oriente a conocer a Jesús fue una alineación planetaria única, que según sus cálculos no se repetirá en 500.000 años.

«Los astrónomos, historiadores y teólogos han reflexionado sobre la cuestión de la 'Estrella de Navidad' durante muchos años», dice Mathews en un comunicado difundido por la Universidad de Notre Dame's College of Science. «¿Dónde y cuándo apareció? ¿A qué se parecía? De los miles de millones de estrellas, ¿cuál de ella brillaba ese día hace tanto tiempo? La astrofísica moderna ha intentado explicar uno de los mayores eventos astronómicos de la historia», añade.

Tras el estudio de documentos históricos, astronómicos y bíblicos, Mathews cree que el acontecimiento que cautivó a los Reyes Magos -probablemente sacerdotes del Zoroastrismo de la antigua Babilonia y Mesopotamia- fue una alineación planetaria extremadamente rara que ocurrió en el año 6 a. C. (la fecha del nacimiento de Cristo se estima en el 7 al 6 a.C.) Durante esta alineación, el Sol, Júpiter, la Luna y Saturno estaban todos en Aries, mientras que Venus estaba al lado en Piscis, y Mercurio y Marte estaban en el otro lado en Tauro. En ese momento, Aries era también la localización del equinoccio vernal, según explican desde el Departamento de Física de la universidad.

La presencia de Júpiter y la Luna significó el nacimiento de un gobernante con un destino especial. Saturno era un símbolo de la entrega de la vida, así como la presencia de Aries en el equinoccio vernal, que también marcaba el comienzo de la primavera. Que la alineación ocurrió en Aries, señala Mathews, significaba un gobernante recién nacido en Judea.

«Los Magos habrían visto esto en el este y habrían reconocido que simbolizaba un nacimiento real en Judea», partiendo en busca del gobernante recién nacido, explica Mathews. Según sus cálculos, pasarán 16.000 años antes de que se vuelva a ver una alineación similar, e incluso entonces, el equinoccio vernal no estaría en Aries. Mathews no ha podido calcular una alineación como la que, según él fue la Estrella de Belén, hasta dentro 500.000 años.

«Siento una conexión cercana con estos antiguos Magos», confiesa Mathews, «que escudriñaron fervientemente los cielos para descubrir la verdad acerca de la naturaleza y evolución del universo, tal como lo hacemos hoy».

El Papa emérito Benedicto XVI en su libro sobre «La infancia de Jesús» ya señalaba a una conjunción planetaria como el fenómeno astronómico que pudo haber llevado a los Magos hasta Belén, una teoría que ya han contemplado otros expertos, como explicó a ABC Miguel Gilarte Fernández, presidente de la Asociación Astronómica de España.

Fuentes: ABC.ES

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