El Pishtaco ¿Realidad o leyenda?


El pishtaco o nakaq es un personaje legendario de la tradición andina peruana. La palabra pishtaco proviene del quechua pishtay (cortar en tiras); La leyenda del pishtaco o pishtaku como asesino a sueldo surge entre la población de los Andes peruanos, en especial en los departamentos de Junín, Huancavelica, Cuzco, Ayacucho, Apurimac, Pasco y la sierra de Lima.
Según Tauro del Pino en su diccionario enciclopédico del Perú se trataría de un bandolero cuya ocupación es asaltar mujeres u hombres solitarios. Degüella a sus víctimas para comer su carne en forma de chicharrones y vender la grasa. O bien las entierra, a veces con vida, para fecundar la tierra o dar solidez a las construcciones. La figura del pishtaco aparece desde muy antiguo en la tradición quechua, ya en épocas prehispánicas se tienen noticias de sicarios enviados por los grupos de poder o por etnias rivales para eliminar a personajes importantes o simplemente diezmar la población. Ricardo Palma menciona en sus Tradiciones Peruanas (Los Barbones) la figura del pishtaco o naqak en Cuzco, narra la agresión que los indígenas cuzqueños infringieron a un grupo de betlemitas acusándolos de pishtacos, pues a decir de estas personas los buenos frailes secuestraban personas a quienes extraían la grasa para elaborar los ungüentos con que curaban en el hospital que ellos tenía al costado de su iglesia y monasterio. Una rápida revisión al imaginario colectivo de los andes nos dará en claro algunos puntos comunes que constituyen la personalidad del pishtaco.


Su aspecto

Suele tratarse de un extranjero, un foráneo. Lo describen como un hombre alto y rubio de ojos claros y complexión atlética.

Su modus operandi

El pishtaco es un bandolero solitario, carece de compañía o apoyo, si es capturado por la población se matará sin duda a fin de no revelar sus secretos; no así si lo capturan las autoridades pues se cree que actúa bajo el amparo del gobierno como un agente secreto. Actúa protegido por la soledad de los caminos que unen los pueblos, ataca a personas solas que viajan distraídamente; las espera en un recodo del camino y las degüella inmediatamente sin darles posibilidad de defensa. Para ello utiliza una especie de cuchillo corvo muy afilado y grueso que esconde entre sus ropas.

Las víctimas

El pishtaco no mata por el gusto de hacerlo, ni tampoco indiscriminadamente; ataca sólo a personas de bajos recursos, viajeros; al poblador común; se cree que es enviado por alguien poderoso, probablemente un extranjero, con un fin específico. Los cadáveres de sus víctimas son utilizados para extraerles la grasa y utilizarla en diversas cosas. Hemos escuchado versiones bastante dispares sobre el uso de esta grasa humana (para preparar jabones finos, como lubricante para maquinarias de alta tecnología, ungüentos curativos, cremas de belleza, incluso combustible para aeronaves y cohetes espaciales), al parecer todas las versiones confluyen en la extracción de la grasa del cuerpo para comercializar con ella. Se dice que los colonizadores asentados en la zona andina asesinaban a pobladores comunes bajo cargos de herejía o desacato.

Un asesino protegido

Si bien el pishtaco actúa de manera solitaria, recibe apoyo indirecto. La población esta convencida de que el pishtaco es un agente del gobierno o que - pudiendo ser enviado de un país extranjero - cuenta con el respaldo de los poderes locales haciendo que este pueda gozar de total impunidad. Es esta la principal causa por la que la gente no se ha animado a denunciarlos, pues temen que al hacerlo sean castigados o desaparecidos por atentar contra los intereses económicos del estado.

Evolución del personaje

La imagen del pishtaco ha evolucionado dentro del imaginario colectivo, desde un sicario indígena durante el incario, hasta un gringo habilidoso en el oficio de degollar semejantes; pasando por tipos europeos. Al parecer refleja una metáfora con respecto a la explotación foránea de los lugareños.

Literatura

La figura del pishtaco está muy presente en la novela Lituma en los Andes de Mario Vargas Llosa. También se hace personaje en el cuento homónimo de Dante Castro. El Grupo Teatral Yuyachkani, uno de los mejores exponentes del teatro peruano contemporáneo, hace referencia en algunas de sus obras a esta figura, como, por ejemplo, en Contraelviento.

Fuentes: Wikipedia.es




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