¿Qué vieron aparecer en el cielo los astrónomos del siglo XVII?
Lo que creían una nueva estrella, fácilmente visible a simple vista, era en realidad un violentísimo y excepcional choque estelar.
¿Qué vieron aparecer en el cielo los astrónomos del siglo XVII?
Este mapa, que indica la posición de una nova (marcada en rojo) que apareció en el año 1670, fue documentado por el famoso astrónomo Hevelius y publicado en la revista Philosophical Transactions por la Royal Society en Inglaterra
En 1670, los astrónonomos europeos, entre ellos Hevelius, el padre de la cartografía lunar, y Cassini, quedaron asombrados al ver cómo una nueva estrella aparecía en el cielo. Hevelius la describió como una nova «sub capite Cygn» (una nueva estrella debajo de la cabeza del cisne), la más antigua registrada y que pasó a la posteridad como Nova Vulpeculae 1670. Sin embargo, casi 400 años después, nuevas observaciones han revelado que lo que vieron los antiguos astrónomos no era una nova, sino un tipo de colisión estelar mucho más excepcional y violento. Fue lo suficientemente espectacular como para verse fácilmente a simple vista durante su primer estallido, pero los rastros que dejó eran tan débiles que ha sido necesario utilizar telescopios submilimétricos para solucionar el misterio. Los resultados aparecen en línea en la revista Nature.
Cuando apareció por primera vez, Nova Vul 1670 era fácilmente visible a simple vista y, durante los dos años siguientes, fue variando su brillo. Luego desapareció y reapareció dos veces, antes de desaparecer para siempre. Pese a que está muy bien documentada para su época, los audaces astrónomos de entonces carecían del equipo necesario para resolver el enigma sobre el peculiar comportamiento de la presunta nova, según explica el Observatorio Europeo Austral (ESO) en un comunicado.
«Durante muchos años se creyó que este objeto era una nova, pero cuanto más se ha estudiado menos parecía una nova ordinaria o cualquier otro tipo de explosión de una estrella», explica Tomaz Kaminski, autor principal de la investigación, del Insituto Max Planck de Radioastrnomía en Bonn, Alemania.
Durante el siglo XX, los astrónomos llegaron a comprender que la mayoría de las novas podrían explicarse por el comportamiento de estrellas binarias cercanas entre sí que explotan y «se dan a la fuga». Pero Nova Vul 1670 no encajaba en absoluto en este modelo y seguía siendo un misterio.
Un enigma sin resolver
Pese a la creciente capacidad tecnológica de los telescopios, se creyó durante mucho tiempo que este evento no había dejado ningún rastro, y hubo que esperar hasta la década de 1980 para que un equipo de astrónomos detectara una débil nebulosa alrededor de la zona en la que, supuestamente, debían estar los restos de la estrella. Pero estas observaciones tampoco resolvieron el enigma.
Ahora, los investigadores utilizaron el telescopio APEX, el Submillimeter Array (SMA) y el radio telescopio Effelsberg para conocer la composición química y medir las proporciones de diferentes isótopos del gas. Uniendo todos estos datos, lograron crear un informe muy detallado de la composición de la zona, lo cual permitió evaluar de dónde podría provenir esta materia.
Lo que el equipo descubrió es que la masa del material frío era demasiado grande para ser el producto de la explosión de una nova y, además, las proporciones de isótopos medidas por el equipo alrededor de Nova Vul 1670 eran diferentes a las que se esperan de una nova. Pero entonces, ¿de qué se trataba?
La respuesta es una espectacular colisión entre dos estrellas, más brillante que una nova, pero menos que una supernova, que produce algo denominado nova roja luminosa. Son eventos muy excepcionales en los que las estrellas explotan debido a una fusión con otra estrella, arrojando al espacio el material que anteriormente contenían en su interior y dejando tan sólo un débil remanente rodeado de un ambiente fresco, rico en moléculas y polvo. «Esta nueva clasificación de estrellas explosivas, recientemente aceptada, encaja casi a la perfección en el perfil de Nova Vul 1670», dice ESO.
Fuentes: ABC.ES
¿Qué vieron aparecer en el cielo los astrónomos del siglo XVII?
Este mapa, que indica la posición de una nova (marcada en rojo) que apareció en el año 1670, fue documentado por el famoso astrónomo Hevelius y publicado en la revista Philosophical Transactions por la Royal Society en Inglaterra
En 1670, los astrónonomos europeos, entre ellos Hevelius, el padre de la cartografía lunar, y Cassini, quedaron asombrados al ver cómo una nueva estrella aparecía en el cielo. Hevelius la describió como una nova «sub capite Cygn» (una nueva estrella debajo de la cabeza del cisne), la más antigua registrada y que pasó a la posteridad como Nova Vulpeculae 1670. Sin embargo, casi 400 años después, nuevas observaciones han revelado que lo que vieron los antiguos astrónomos no era una nova, sino un tipo de colisión estelar mucho más excepcional y violento. Fue lo suficientemente espectacular como para verse fácilmente a simple vista durante su primer estallido, pero los rastros que dejó eran tan débiles que ha sido necesario utilizar telescopios submilimétricos para solucionar el misterio. Los resultados aparecen en línea en la revista Nature.
Cuando apareció por primera vez, Nova Vul 1670 era fácilmente visible a simple vista y, durante los dos años siguientes, fue variando su brillo. Luego desapareció y reapareció dos veces, antes de desaparecer para siempre. Pese a que está muy bien documentada para su época, los audaces astrónomos de entonces carecían del equipo necesario para resolver el enigma sobre el peculiar comportamiento de la presunta nova, según explica el Observatorio Europeo Austral (ESO) en un comunicado.
«Durante muchos años se creyó que este objeto era una nova, pero cuanto más se ha estudiado menos parecía una nova ordinaria o cualquier otro tipo de explosión de una estrella», explica Tomaz Kaminski, autor principal de la investigación, del Insituto Max Planck de Radioastrnomía en Bonn, Alemania.
Durante el siglo XX, los astrónomos llegaron a comprender que la mayoría de las novas podrían explicarse por el comportamiento de estrellas binarias cercanas entre sí que explotan y «se dan a la fuga». Pero Nova Vul 1670 no encajaba en absoluto en este modelo y seguía siendo un misterio.
Un enigma sin resolver
Pese a la creciente capacidad tecnológica de los telescopios, se creyó durante mucho tiempo que este evento no había dejado ningún rastro, y hubo que esperar hasta la década de 1980 para que un equipo de astrónomos detectara una débil nebulosa alrededor de la zona en la que, supuestamente, debían estar los restos de la estrella. Pero estas observaciones tampoco resolvieron el enigma.
Ahora, los investigadores utilizaron el telescopio APEX, el Submillimeter Array (SMA) y el radio telescopio Effelsberg para conocer la composición química y medir las proporciones de diferentes isótopos del gas. Uniendo todos estos datos, lograron crear un informe muy detallado de la composición de la zona, lo cual permitió evaluar de dónde podría provenir esta materia.
Lo que el equipo descubrió es que la masa del material frío era demasiado grande para ser el producto de la explosión de una nova y, además, las proporciones de isótopos medidas por el equipo alrededor de Nova Vul 1670 eran diferentes a las que se esperan de una nova. Pero entonces, ¿de qué se trataba?
La respuesta es una espectacular colisión entre dos estrellas, más brillante que una nova, pero menos que una supernova, que produce algo denominado nova roja luminosa. Son eventos muy excepcionales en los que las estrellas explotan debido a una fusión con otra estrella, arrojando al espacio el material que anteriormente contenían en su interior y dejando tan sólo un débil remanente rodeado de un ambiente fresco, rico en moléculas y polvo. «Esta nueva clasificación de estrellas explosivas, recientemente aceptada, encaja casi a la perfección en el perfil de Nova Vul 1670», dice ESO.
Fuentes: ABC.ES
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