Un cortocircuito retrasa la puesta en marcha del acelerador LHC

La reparación puede aplazar las colisiones de protones “entre unos pocos días y varias semanas”, según informa el CERN

Operaciones en uno de los grandes imanes superconductores del acelerador de partículas LHC. / CERN

Un cortocircuito intermitente en uno de los grandes imanes que forman el acelerador de partículas LHC, junto a Ginebra, va a retrasar la culminación del proceso de puesta en marcha de esta gran máquina científica “entre unos pocos días y algunas semanas”, según han informado hoy sus responsables en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN). El acelerador es un anillo de 27 kilómetros de largo, instalado en un túnel a unos 100 metros de profundidad media entre la frontera de Francia y Suiza, y tiene más de 1.600 grandes imanes superconductores cuyos campos magnéticos curvan y focalizan los haces de protones que se hacen chocar en el centro de los detectores.

Tras más de dos años inactivo para hacer las modificaciones necesarias en la máquina, el LHC arranca ahora con el doble de energía que la que tenía en la primera fase de operación: está previsto alcanzar 6,5 teraelectronvoltios (TeV) por haz, lo que significa colisiones a 13 TeV. El arranque de esta segunda fase de operación comenzó hace unas semanas y se realiza enfriando hasta casi el cero absoluto (como exigen los imanes superconductores) y activando uno por uno los sectores que forman el anillo. “Siete de los ocho sectores han pasado la verificación debidamente para la operación, en 2015, a 6,5 TeV y al octavo no le falta mucho”, informó hoy el director del CERN, Rolf Heuer en un correo electrónico dirigido a todo el personal del laboratorio. “Sin embargo, no habrá haces circulando en el LHC”, continúa la nota de la dirección, que explica: “El cortocircuito se identificó el pasado 21 de marzo y se está investigando. Es algo bien comprendido pero puede llevar tiempo resolverlo ya que está en una sección ya enfriada de la máquina y la reparación puede, por tanto, exigir calentarlo y volver a enfriarlo tras la reparación. Debido a esta exigencia de criogenia, “lo que podría hacerse en unas pocas horas en una máquina no enfriada, puede acabar llevándonos semanas”, señala Frèderick Bordry, director de aceleradores del CERN.

En 2008, nada más ponerse en funcionamiento por vez primera el LHC, un fallo en la soldadura de una conexión eléctrica entre dos imanes hizo que perdiera su condición de superconductor y desencadenó una avería que afectó a un gran tramo del acelerador. Se decidió entonces, tras la reparación que duró más de un año, comenzar a trabajar con menos energía (aunque fue suficiente para descubrir el bosón de Higgs, en 2012) de lo inicialmente previsto y dejar el objetivo de los 13 ó 14 TeV para una segunda fase, tras una puesta a punto intensa que ha incluido la instalación de sistemas de seguridad que impidan que se repita algo parecido a la avería de 2008. Los responsables del CERN están muy, muy pendientes de cualquier anomalía que presente esta máquina única en el mundo, el acelerador de partículas más potente jamás construido.

Fuentes: EL PAIS.COM

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