Dos bolas de fuego sobrevuelan Toledo en apenas un mes
En poco más de un mes dos brillantes bolas de fuego o bólidos han sobrevolado Toledo, aunque han podido divisarse también desde otras partes de la Península.
El último fue registrado durante la madrugada del 30 de marzo, a las 4.37 horas, desde diversos observatorios de la la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos (SPMN), integrada por varias estaciones que vigilan el cielo de forma permanente. Cinco semanas antes, el 20 de febrero, a la 1.47 horas, los habitantes de Toledo pudieron observar otra bola de fuego de intensidad parecida.
Estos fenómenos luminosos tienen lugar cuando fragmentos de asteroides o cometas se desintegran en la atmósfera terrestre. "Estas rocas impactan contra la atmósfera a una velocidad muy grande, y ese choque es tan violento que hace que la roca se ponga incandescente. Su temperatura alcanza varios miles de grados centígrados, produciendo una bola de fuego que conlleva esa espectacular emisión de luz", explica a EL MUNDO José María Madiedo, el astrónomo que ha compartido el vídeo grabado esa noche en el Complejo Astronómico de La Hita, situado en el municipio toledano de La Puebla de Almoradiel.
"La bola de fuego del 30 de marzo se ha visto en una zona muy amplia del país pero, como el fenómeno ocurrió en Toledo, ha sido más llamativo en esa zona", detalla. El bólido entró en la atmósfera sobre la vertical del municipio toledano de Espinoso del Rey, a una altura de 85 kilómetros. Fue descendiendo hasta llegar a los 26 kilómetros. El fragmento de roca viajaba a una velocidad estimada de unos 45.000 kilómetros por hora.
"En ambos casos, las bolas de fuego procedían de fragmentos de asteroides que entran en la atmósfera", detalla Madiedo, profesor titular de la Facultad de Ciencias Experimentales de la Universidad de Huelva, el centro que tiene instalados esos detectores en el observatorio de La Hita. Sin embargo, "estadísticamente es superior el número de fragmentos que proceden de cometas que de asteroides".
"En el caso del bólido del 30 de marzo, la primera estimación realizada es que el fragmento de asteroide podía tener entre 15 y 20 centímetros de diámetro", precisa el profesor.
Un fenómeno relativamente frecuente
La llegada de estos bólidos es un fenómeno relativamente frecuente que puede observarse, de media, aproximadamente, unas tres veces al mes en la Península Ibérica, según el investigador. De hecho, esta misma madrugada se ha podido observar en Andalucía otra bola de fuego que también ha sido registrada desde el observatorio de La Hita: "Ha ocurrido a medianoche, cuando había mucha gente en la calle, así que ha sido muy comentado y compartido en las redes sociales", afirma. Todavía están analizándola de modo que aún no puede precisar el tamaño del fragmento que la originó.
"La estadística no es uniforme. Hay épocas del año en las que son más frecuentes. La actividad es mayor porque la Tierra atraviesa restos de materiales desprendidos de asteroides y cometas que dan lugar a lluvias de estrellas más intensas. Cuando estos fragmentos tienen un tamaño lo suficientemente grande, de varios centímetros, pueden dar lugar a estas bolas de fuego", explica por teléfono.
Las dos bolas de fuego de Toledo se han podido ver con claridad, aunque hay bólidos mucho más brillantes, como el que se pudo observar en Madrid en 2012, "que llegó a iluminar las montañas de Sierra Nevada".
Todos estos fenómenos quedan registrados en la web de la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos una vez que los graban las cámaras que tienen instaladas por todo el país: "Son sistemas que funcionan de forma autónoma. Sólo graban cuando detectan este tipo de fenómenos", señala Madiedo.
Según un reciente estudio de la NASA, entre 1994 y 2013 han caído sobre la Tierra al menos 556 cuerpos rocosos que han creado meteoros brillantes de los denominados bólidos o bolas de fuego.
Fuentes: EL MUNDO.ES
El último fue registrado durante la madrugada del 30 de marzo, a las 4.37 horas, desde diversos observatorios de la la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos (SPMN), integrada por varias estaciones que vigilan el cielo de forma permanente. Cinco semanas antes, el 20 de febrero, a la 1.47 horas, los habitantes de Toledo pudieron observar otra bola de fuego de intensidad parecida.
Estos fenómenos luminosos tienen lugar cuando fragmentos de asteroides o cometas se desintegran en la atmósfera terrestre. "Estas rocas impactan contra la atmósfera a una velocidad muy grande, y ese choque es tan violento que hace que la roca se ponga incandescente. Su temperatura alcanza varios miles de grados centígrados, produciendo una bola de fuego que conlleva esa espectacular emisión de luz", explica a EL MUNDO José María Madiedo, el astrónomo que ha compartido el vídeo grabado esa noche en el Complejo Astronómico de La Hita, situado en el municipio toledano de La Puebla de Almoradiel.
"La bola de fuego del 30 de marzo se ha visto en una zona muy amplia del país pero, como el fenómeno ocurrió en Toledo, ha sido más llamativo en esa zona", detalla. El bólido entró en la atmósfera sobre la vertical del municipio toledano de Espinoso del Rey, a una altura de 85 kilómetros. Fue descendiendo hasta llegar a los 26 kilómetros. El fragmento de roca viajaba a una velocidad estimada de unos 45.000 kilómetros por hora.
"En ambos casos, las bolas de fuego procedían de fragmentos de asteroides que entran en la atmósfera", detalla Madiedo, profesor titular de la Facultad de Ciencias Experimentales de la Universidad de Huelva, el centro que tiene instalados esos detectores en el observatorio de La Hita. Sin embargo, "estadísticamente es superior el número de fragmentos que proceden de cometas que de asteroides".
"En el caso del bólido del 30 de marzo, la primera estimación realizada es que el fragmento de asteroide podía tener entre 15 y 20 centímetros de diámetro", precisa el profesor.
Un fenómeno relativamente frecuente
La llegada de estos bólidos es un fenómeno relativamente frecuente que puede observarse, de media, aproximadamente, unas tres veces al mes en la Península Ibérica, según el investigador. De hecho, esta misma madrugada se ha podido observar en Andalucía otra bola de fuego que también ha sido registrada desde el observatorio de La Hita: "Ha ocurrido a medianoche, cuando había mucha gente en la calle, así que ha sido muy comentado y compartido en las redes sociales", afirma. Todavía están analizándola de modo que aún no puede precisar el tamaño del fragmento que la originó.
"La estadística no es uniforme. Hay épocas del año en las que son más frecuentes. La actividad es mayor porque la Tierra atraviesa restos de materiales desprendidos de asteroides y cometas que dan lugar a lluvias de estrellas más intensas. Cuando estos fragmentos tienen un tamaño lo suficientemente grande, de varios centímetros, pueden dar lugar a estas bolas de fuego", explica por teléfono.
Las dos bolas de fuego de Toledo se han podido ver con claridad, aunque hay bólidos mucho más brillantes, como el que se pudo observar en Madrid en 2012, "que llegó a iluminar las montañas de Sierra Nevada".
Todos estos fenómenos quedan registrados en la web de la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos una vez que los graban las cámaras que tienen instaladas por todo el país: "Son sistemas que funcionan de forma autónoma. Sólo graban cuando detectan este tipo de fenómenos", señala Madiedo.
Según un reciente estudio de la NASA, entre 1994 y 2013 han caído sobre la Tierra al menos 556 cuerpos rocosos que han creado meteoros brillantes de los denominados bólidos o bolas de fuego.
Fuentes: EL MUNDO.ES
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