Treinta años de la desaparición del niño de Somosierra: «Se lo llevaron en veintidós segundos»

El camión cargado de ácido en el que Juan Pedro viajaba con sus padres volcó. Ellos murieron en el acto. Del niño jamás se supo


Treinta años de la desaparición del niño de Somosierra

«Pero agente, ¿el zagalico cómo está?». Eran las 8.30 de la mañana del 25 de junio de 1986 y a María Legaz un guardia civil de Tráfico de Buitrago (Madrid) acababa de darle por teléfono la noticia que le partió la vida. Su hija Carmen y su yerno estaban muertos. Su camión había volcado. La mujer, descompuesta, quería saber dónde estaba su nieto que por primera vez salía de Murcia para acompañar a sus padres. «¿De qué zagal habla usted?», preguntó el guardia. «Mi nieto, ¿dónde está mi nieto?». Treinta años después de esa dura conversación, la pregunta sigue sin respuesta, y María jamás podrá conocerla. Murió hace cuatro años con la convicción de que a Juan Pedro, vestido de rojo y emocionado por la aventura, lo secuestraron poco antes del accidente del camión cargado de ácido sulfúrico que desfiguró en parte los cuerpos de su hija y su yerno.
¿Un secuestro?

El resto de la familia mantiene esa convicción pese a que en el atestado inicial de tráfico la palabra secuestro o rapto ni se menciona. La versión oficial señala que el Volvo M-5383-CY, con 23.000 kilos de ácido, salió de Fuente del Álamo (Murcia) a las siete de la tarde del día de San Juan. Andrés Martínez, 36 años, Carmen, 34, y su hijo de nueve se dirigían a Bilbao. Hicieron tres paradas, la última pasadas las cinco de la madrugada, cuando desayunaron. El camarero del bar de Cabanillas de la Sierra fue la última persona que vio al niño. A las 6.40 de la mañana, el camión, que circulaba a entre 15 y 20 kilómetros por hora por la antigua N-I, pasó a descender el peligroso Puerto de Somosierra a 110 km: una locura.

La Guardia Civil señala en su atestado que «de forma imprevista perdió la eficacia de su sistema de frenado» y que la causa del accidente fue la «avería mecánica» de ese sistema. Andrés sorteó tres camiones que circulaban en su misma dirección, pero al intentar esquivar un cuarto en sentido contrario chocó, perdió el control y volcó. La pareja murió, pero cuando los agentes llegaron no había ningún niño, solo sus juguetes y ropa desparramada. «Existiendo la posibilidad de que parte del cuerpo hubiera sido consumido por la carga derramada de la cisterna», consta en aquel vetusto atestado inicial al que ha tenido acceso ABC. Numerosos análisis posteriores invalidaron esa creencia. Era imposible que no hubieran quedado restos óseos o los dientes del pequeño.

La familia comenzó a investigar por su cuenta. Enviaron el tacógrafo del camión a Alemania para analizarlo. Había registrado doce paradas en 18 kilómetros. «Algunas son de cero segundos (por los repechos de la carretera) y otras de dos, pero un kilómetro y medio antes del accidente se detuvo durante 22 segundos. En ese tiempo se lo llevaron», explica a ABC Juan García, primo de Carmen.
Un testigo del accidente

Se basan en el cruce de esa pesquisa con un testigo del accidente. Aseguró que nada más volcar el Volvo una furgoneta Vanette se detuvo, revisó la cabina del camión y huyó. La teoría de la familia es que raptaron al crío y su padre enloquecido los persiguió Puerto de Somosierra abajo. Las paradas anteriores las atribuyen a que un turismo iba ralentizando su marcha. Especulan con la actuación de unos narcos.

Interpol la calificó como la desaparición más extraña de Europa y la ficha del «niño de Somosierra» sigue activa. Hace unos meses se hallaron unos huesos en Guadalajara y la Guardia Civil llevó a cabo un cotejo de ADN de las muestras tomadas a la familia. El resultado fue negativo, pero ellos no pierden la esperanza y de nuevo van a acudir a la Justicia.

Fuentes: ABC.ES

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