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El misterio de la fragata que se «desintegró» en 1813 en Alaska

Una nueva investigación ha desvelado cómo superó la tripulación del velero «Neva» las duras condiciones del Ártico después de que su navío -cuyos restos no han sido encontrados- se fuese a pique

Hasta ahora, se desconocía qué fue del barco y cómo superaron los marinos el frío. Ahora, uno de los dos misterios podría haber sido desvelado

Corría 1813 cuando, en medio del Ártico, la fragata Neva (famosa por haber circunnavegado el mundo una década antes y por haber luchado en la batalla de Sitka) chocó contra la isla de Kruzof, ubicada en el sureste de Alaska. A pesar de que el impacto «desintegró» el buque en mil pedazos, algunas decenas de sus tripulantes tuvieron suerte y la corriente les arrastró hasta una helada costa en la que -para sorpresa de muchos- lograron sobrevivir más de un mes antes de ser rescatados. Sin embargo, hasta ahora se desconocía cómo lograron superar aquella prueba del destino en ese páramo helado sin agua ni comida.

Sin embargo, hace apenas un mes, un equipo internacional formado por investigadores de la National Science Foundation -además de expertos del Servicio Forestal de Estados Unidos y la Sitka Historical Society- han comenzado a «armar» una historia posible en base a una serie de restos hallados en julio en la aldea de Sitka (cercana a la zona a la que pudieron llegar los náufragos). Concretamente, creen que los supervivientes consiguieron llegar a tierra firme y usaron los restos del Neva para mantenerse vivos hasta que fueron rescatados. «Los objetos dejados por los supervivientes proporcionan una instantánea única de enero de 1813 y pueden ayudarnos a comprender cómo se adaptaron a aquella zona gélida y desconocida durante casi un mes», explica Dave McMahan en un dossier de la Sitka Historical Society.

Un buque con historia
Las aventuras del Neva comenzaron en 1803, año en que este buque ruso circunnavegó el mundo. Posteriormente, esta fragata combatió en la batalla de Sitka en 1804, una contienda fundamental en la lucha de Rusia por el control de Alaska. Posteriormente, a partir de 1808, el barco pasó a estar al servicio de los asentamientos rusos en América como parte del programa de colonización de la «Russian-American Company». En agosto de 1812 este buque comenzó un nuevo viaje tras abandonar el puerto siberiano de Ojotsk (al este de Rusia) en dirección a Sitka.

El viaje, que en principio parecía idílico, se convirtió en una auténtica pesadilla en los siguientes tres meses, pues hicieron su aparición en el navío la sed (debido a la escasez de agua potable), las enfermedades y las tormentas. Aun así, los tripulantes lograron llegar hasta el golfo Prince William Sound, desde donde esperaban llegar al sureste de Alaska. Sin embargo, el mal estado de la nave hizo que esta se estrellase contra la roca cerca de la isla Kruzof. El golpe fue tan fuerte que el navío se partió en mil pedazos acabando con 32 marinos. La cifra de fallecidos ascendía, por lo tanto, a 47, pues otros 15 habían dejado este mundo en el mar.

Fueron 28 los marineros que llegaron hasta la playa y sobrevivieron a aquel impacto. Estos, de una forma que hasta ahora se desconocía, lograron sobrevivir en aquel páramo hasta que, un mes después, un equipo de rescate les encontró y les llevó hasta su destino original. Para entonces, y a pesar de las malas condiciones, tan solo habían fallecido dos navegantes más, lo que hizo que su historia diese pie a multitud de leyendas. El que no se escribiesen relatos sobre el tema no ayudó a esclarecer lo sucedido.

Desentrañando el misterio
El misterio permaneció oculto durante años hasta que, el pasado julio, el equipo de McMahan halló una serie de artefactos en una zona cercana a Sitka que, según afirman, pertenecieron a los supervivientes. Entre ellos destacan clavos, un anzuelo, una hebilla de cobre, un pedernal de pistola y una bala de mosquete. En base a los mismos, los expertos (que provienen de Estados Unidos, Rusia y Canadá) han llegado a la conclusión de que los navegantes pudieron hacer un campamento y mantenerse vivos recolectando los pocos alimentos que había en la zona.

Tras estudiar los objetos hallados, los expertos han podido desentrañar además las diferentes técnicas utilizadas por los náufragos para sobrevivir. Entre las mismas, destaca que usaron los pedernales de sus armas para hacer hogueras (algo que les salvó de la hipotermia), modificaron los restos de cobre del Neva para hacer anzuelos y adaptaron sus armas para poder protegerse en caso de un ataque inesperado

«En conjunto, los artefactos reflejan que improvisaron para sobrevivir. Solo hay objetos que pudieron obtenerse del naufragio, nada de cerámica, vídrio u otros materiales similares», explica McMahan. De momento no se han encontrado las tumbas de los dos fallecidos durante aquel mes o de los marineros que murieron en el naufragio, aunque el experto afirma que no pretende buscarlas. Con todo, el equipo seguirá investigando en los meses siguientes para dar forma a esta desconocida historia de la que todavía quedan muchos cabos sueltos.

Fuentes: ABC.ES
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El agujero negro de Crimea: un búnker que hizo desaparecer a una ciudad del mapa


Hace 60 años en Balaklava, uno de los lugares turísticos más populares de Crimea, empezó la construcción de una base-búnker de submarinos soviéticos dentro de una roca, sitio que hasta ahora asombra por su grandiosidad.
Hace justo 60 años que en los mapas de la península de Crimea desapareció una ciudad entera, una ciudad conocida en la literatura y en las leyendas locales.

A mediados del siglo XX, en plena Guerra Fría, cuando EE.UU. y la URSS estaban inmersos en una gran carrera armamentística, en 1953, Iósif Stalin ordenó crear un búnker para submarinos capaz de resistir ante cualquier bombardero, incluido el nuclear, cuenta el portal militar ruso Voennye Materialy.

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Con este objetivo se eligió la bahía de Balaklava, pintoresca ciudad en el Mar Negro, muy cerca de Sebastopol, donde en 1953 comenzó la construcción del llamado Objeto 825 GTS.

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Escondida detrás de dos grandes rocas acantiladas y de una misteriosa entrada estrecha, con promontorios naturales a ambos lados, la tranquila bahía y la ciudad de Balaklava estuvieron siempre rodeadas de misterios y secretos, como casi todas las tierras de Crimea. Acerca de la misteriosa bahía han crecido multitud de leyendas, antiguas y no tanto, desde los viajes de Ulises a la presencia de innumerables tesoros del barco británico Príncipe Negro, que se hundió en la bahía cuando supuestamente llevaba el salario de todo el Ejército británico que desembarcó en este puerto durante la Guerra de Crimea, en el siglo XIX.

Esta vez los secretos y misterios que albergaban sus rocas eran tan altos y reales, que el mando soviético incluso eliminó la ciudad de los mapas y prohibió entrar en ella a todos, salvo a sus habitantes y al numeroso personal de la base.

Instalado dentro de una enorme roca en la cual puede caber una pirámide egipcia, la base es capaz de soportar un impacto directo de una de bomba nuclear de 100 kilotones (cinco veces la de Hiroshima). Además, el búnker tiene unas puertas de 10 toneladas, que protegen la base del impacto de una bomba química o nuclear. El Objeto 825 GTS tiene capacidad para albergar a entre siete y nueve submarinos y habitabilidad para 3.000 personas durante 30 días.

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Indetectable en los años 50 y 60 para los potenciales enemigos y convertida al término de la Guerra Fría en museo, la roca-bunker de 127 metros de altura está atravesada por canales artificiales de 1.500 metros de longitud, entre 8 y 9 metros de profundidad y una anchura de entre 12 y 22 metros.

Los submarinos soviéticos de los proyectos 608, 613 y 633 de la Flota del Mar Negro de la URSS entraban a la roca directamente desde el mar y salían de ella para volver a efectuar sus misiones de patrulla. En paralelo con el canal fue construido un dique seco de 107 metros para la reparación de sumergibles. Además de los submarinos, la roca albergaba un arsenal nuclear.
 
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En aquella época, los servicios secretos de la OTAN no consiguieron averiguar en qué 'agujero negro' se ocultaban los submarinos soviéticos al procesar los datos de las imágenes tomadas por sus satélites.


Fuentes: actualidad.rt.com
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