El telescopio gigante y la apuesta europea de la astronomía española
diciembre 08, 2011
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El futuro telescopio gigante E-ELT, el próximo gran proyecto de la Organización Europea para la Investigación Astronómica en el Hemisferio Austral (ESO), se prepara ya para arrancar. Se trata de un telescopio de 39 metros de diámetro con espejo primario segmentado que se instalará en Chile, en Cerro Armazones, a 20 kilómetros del observatorio Paranal, con el conjunto de telescopios VLT, en pleno funcionamiento. Los Estados miembros de la ESO, incluida España, están estudiando en este momento la propuesta de construcción en la que se ha estado trabajando en los últimos cuatro años, con la expectativa de lanzar el proyecto en la primera mitad de 2012.
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El proyecto ofrece oportunidades clave a la industria para salir de la crisis
Los programas de investigación se seleccionan por la excelencia
El interés científico en el E-ELT deriva de las oportunidades para la investigación astrofísica que se abrirán a principios de la próxima década, cuando esté operativo. Además, tan pronto como comience su construcción, la industria española dispondrá de oportunidades sin precedentes. En estos cuatro años en los que se ha estado diseñando el E-ELT, la ESO ha contratado estudios, diseños y prototipos de elementos clave del proyecto a empresas españolas (por ejemplo la cúpula, la estructura del telescopio, la celda del espejo primario y los actuadores o la estructura electromecánica del quinto espejo). Quizás sirva como indicador que el 40% de las actividades de diseño del E-ELT que la ESO ha contratado en 2010 a la industria europea, ha venido a empresas españolas gracias a su excelencia y capacitación.
España debe participar en la construcción del E-ELT desde el primer momento. La ciencia y la innovación están fuera de la confrontación política en España, y por tanto es de esperar que el nuevo Gobierno apoye la participación en este proyecto, como continuación de una trayectoria plagada de éxitos en el caminar de España por la ESO. Tal apoyo adquiere una relevancia crucial en estos tiempos de dificultades económicas, donde las oportunidades de alto valor añadido para la industria pueden ser la clave para salir de la crisis.
Hace ya más de cinco años que España decidió integrarse en la ESO. Después de unas complicadas negociaciones, se daba cumplimiento a una de las más antiguas aspiraciones de la comunidad investigadora en astronomía en España y se resolvía un anacronismo. ¿Cómo era posible que la octava potencia mundial en producción científica en esta rama no fuera miembro de este organismo, líder mundial en observatorios astronómicos en tierra? El Plan Nacional de I+d+i 2004-2007 ya lo recogía entre sus objetivos, y el apoyo de la comunidad, de las instituciones y del Gobierno hicieron que la empresa llegara a buen puerto.
En aquel momento se decidió que el Gran Telescopio Canarias (GTC), instalación puntera y española al 90%, entonces en construcción, tenía que ser parte de nuestra tarjeta de presentación en el ámbito europeo. Se acordó con la ESO que los astrónomos de todos los países miembros de la ESO tendrían acceso al GTC en el marco de unos proyectos de observación seleccionados especialmente y a la vez también se acordó usar el GTC como banco de pruebas tecnológicas para el diseño del futuro E-ELT, ya que su espejo también es segmentado. Como se ha puesto de manifiesto en un congreso internacional celebrado en La Palma hace unos días, el GTC está ya produciendo resultados científicos y los programas acordados con la ESO están progresando en paralelo.
El tiempo ha demostrado que aquella apuesta de entrar en la ESO fue una decisión acertada. La primera joya de la corona de ese organismo científico internacional, y observatorio astronómico más potente del mundo es el VLT (Very Large Telescope), en Cerro Paranal, una instalación de la que como copropietarios que somos los españoles podemos sentirnos ciertamente orgullosos. En la actualidad la ESO, donde solo la excelencia de las propuestas de observación y no la nacionalidad de los proponentes deciden qué observaciones se llevan a cabo, es ya el principal proveedor de datos para la astronomía española. La progresión en estos años ha sido formidable. En 2007 se realizaron 70 publicaciones en España con datos de la ESO, pero en 2010 este número ha ascendido ya a 143.
Las expectativas que se habían abierto con la segunda joya de la corona de la ESO, el observatorio de ondas milimétricas y submilimétricas ALMA, que se está construyendo en el desierto de Atacama, también se han visto consolidadas por el hecho de que nuestros investigadores han sido los que más tiempo de observación en ALMA han conseguido en toda Europa en la primera ronda de propuestas. Además, la industria española, muy bien capacitada para la construcción y operación de instalaciones astronómicas (gracias a la construcción de GTC y otras grandes infraestructuras) está obteniendo importantes contratos de la ESO, también en régimen competitivo, donde la nacionalidad tampoco cuenta. Sirva como indicación que en la construcción de ALMA, una instalación en la que además de la ESO participan EE UU, Canadá, Japón y Taiwán en cooperación con Chile, se han contratado más de 20 millones de euros a empresas españolas, con todo lo que ello significa de actividad económica y proyección internacional.
Si la participación de España en la explotación científica del VLT y en la construcción y explotación científica de ALMA están actuando de catalizadores para la ciencia e innovación españolas, el E-ELT va a amplificar estas expectativas de manera espectacular.
Rafael Rodrigo es profesor de Investigación y presidente del CSIC, Xavier Barcons es profesor de Investigación del CSIC, Jordi Torra es catedrático de la Universidad de Barcelona y Rafael Bachiller es director del Observatorio Astronómico Nacional (IGN). Los cuatro autores han sido, por orden cronológico, los gestores del Programa Nacional de Astronomía y Astrofísica desde el año 2000, en que se creó, hasta la actualidad.
Fuentes: El Pais.com
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