Las apariciones de la Virgen de la Espada


Durante la Segunda República en el municipio vasco de Ezkio-Itsaso se promulgaron apariciones de una figura de una Señora vestida de negro. Unas veces se aparecía con una espada entre las manos y otra clavada en su corazón y que al parecer predecía horribles catástrofes. Según los lugareños la espada en la mano significaba GUERRA y en el corazón DOLOR.

La predicción de la Señora indicaba que habría en toda España una gran guerra entre católicos y no católicos pero que en el País Vasco sería acrecentada. Los católicos sufrirían grandes pérdidas al principio, pero posteriormente triunfarían, gracias a la ayuda de veinte y cinco ángeles enviados por Nuestra Señora. ¿Quiénes fueron esos veinte y cinco ángeles?

Esto anterior fue comunicado por Nuestra Señora, a un carpintero de la localidad llamado Francisco Goicoechea conocido como Patxi. Este hombre era muy escéptico respecto a todo lo que había acontecido en poco tiempo en su localidad. Pero cuando el 7 de Julio de 1931 se le apareció a él la Virgen, comprendió que estaba equivocado y más cuando vio aparecer a Nuestra Señora con una espada ensangrentada en la mano.


Posteriormente el 30 de junio de 1931, unos hermanos Antonia de once años y Andrés Bereciartu, de siete, volvían de comprar leche de una granja próxima al pueblo de Ezkioga. Cuando caminaban por el monte de Andagua, una luz muy cegadora les hizo caer de rodillas a ambos. Detrás de dicha luz, se les apareció una mujer que ellos dijeron que era la Virgen María. Contaron que la Virgen iba vestida de blanco y llevaba un manto o una capa negra, con una corona circular que rodeaba su bella cabellera. En su regazo izquierdo mantenía al Niño Jesús, que iba vestido de blanco y sujetando un pañuelo blanco en la mano derecha.

A estos hermanos también se les unió una niña de nueve años llamada Benita Aguirre que con sus visones causaba una gran sensación en la gente del pueblo ya que cuando caía en éxtasis el pueblo se atemorizaba.

La niña Benita describió en cierta ocasión que había “visto a la Santísima Virgen con las manos ensangrentadas ya que tenía las manos cortadas”. En otra ocasión dijo haber visto a la Santísima con una espada atravesándole el corazón, en la mano izquierda otra,  con la punta ensangrentada. En la mano derecha que llevaba un pañuelo también ensangrentado.

Las apariciones en el pueblo de Ezkioga se fueron acentuando. También se habla de curaciones misteriosas en enfermedades bastante graves.
Comentan los lugareños que en aquella época, sucedieron cosas muy extrañas como lo que le pasó a un regimiento de soldados en un camino local cercano al pueblo. En dicho camino existía una fuente y el regimiento paró,  para beber agua y llenar las cantimploras. Sabiendo que en el pueblo de al lado, se hablaba de apariciones, uno de los soldados empezó a mofarse de las apariciones. Muchos compañeros se lo recriminaron muy cabreados y les decían que con eso no se jugaba.

Cada uno de los soldados llenó su cantimplora de agua fresca y cristalina. Cuando le llegó el turno al incrédulo soldado la fuente comenzó a emanar barro sucio, en vez de agua. Cuando otro soldado arrimaba la cantimplora a la fuente, volvía a salir agua pura. Pero cuando la arrimaba el soldado que se había reído de las apariciones, volvía a salir barro. Lo intentaba una y otra vez sin conseguir ni una sola gota de agua para beber. Entonces comprendió que la Santísima Virgen le había castigado.

En el pueblo de Ezkioga hubo muchas curaciones milagrosas, pero la que más destaca según me contaron los vecinos, fue la de María Easo. Esta mujer era una enferma terminal por un cáncer de estómago. Su hermana intercedió por ella rezando a la Virgen y María sanó. Su curación milagrosa se presentó a las instituciones eclesiásticas como prueba que en el país Vasco se estaban viviendo fenómenos milagrosos. Varios médicos que habían seguido la enfermedad de María, no daban crédito a la curación y solo pudieron decir a regañadientes que podía tratarse de un milagro.


El pequeño pueblo de Ezkioga, que en esa época constaba de unos 600 habitantes llegó a tener en un solo día hasta 75.000 fieles que se concentraron allí, para poder comprobar por ellos mismos los milagros citados anteriormente. Dichos milagros llegaron a molestar a la iglesia católica, que nunca los dio por válidos. El que más dudó y puso en entredicho todo aquello, fue el padre José Antonio Laburu quien dijo las caídas en éxtasis de los visionarios era debido a enfermedades mentales. Al ser dicho y reafirmado, todo esto por el padre José Antonio, dio lugar a que poco a poco fueran finalizando las apariciones en Ezkioga.  


Por otro lado estaba el padre Amado Cristo Bruguera, que estuvo estudiando exhaustivamente todos aquellos casos de apariciones y milagros. Sometió a muchas pruebas a los visionarios para detectar si estaban mintiendo o no. Algunas de las pruebas eran muy dolorosas y consistían en quemar o pinchar en los ojos a los visionarios. Todos aquellos que no demostraban dolor al pasar por esas pruebas tan bárbaras,  los catalogaba como verdaderos y a los que se quejaban como farsantes.

En aquellos entonces, se habían declarado como visionarios la Virgen de la Espada, unas doscientas personas del pueblo y alrededores, después de las pruebas que hizo con ellos el padre Amado Cristo,  solo 25 personas pudieron soportar las pruebas tan dolorosas sin pestañear.
El padre Amado Cristo Bruguera pudo descubrir el fraude de una niña de quince años llamada Ramona Olazabal, la cual se aprovechaba del revuelo y aceptaba dádivas y regalos de los peregrinos para que intercediese por ellos, ante la Santísima Virgen. 

La pequeña mostró un 15 de octubre unas heridas en las manos, como si fueran los estigmas de Cristo crucificado. Pero tuvo un fallo, ya que una de las personas que la acompañaban en procesión, vio como se le caía una cuchilla de afeitar ensangrentada.

Tras muchos interrogatorios `por las autoridades y por el padre Amado Cristo la niña confesó su farsa alegando que todo fue un engaño.
Posteriormente y desentrañados varios fraudes de estos supuestos visionarios, el obispo de Vitoria, monseñor Mateo Mújica envió en el año 1933 un escrito al Papa negando la autenticidad de los fenómenos, milagros y apariciones del pueblo de Ezkioga. El vaticano dio la razón al obispo Mateo Mújica y las apariciones las declararon como simples burlas y fraudes, para promocionar el pueblo.

La intervención del estado y de la iglesia acabó con las concentraciones y peregrinajes de los creyentes de aquellas apariciones, al pueblo de Ezkioga. El padre Amado Cristo Bruguera, ferviente creyente de aquellas apariciones y supuestos milagros, fue condenado a una semana de cárcel, por insistir que algunos de los casos eran reales. A pesar de haber escrito un libro sobre todo aquel fenómeno, fue prohibido y censurado en toda la península.

Posteriormente el alcalde de la localidad, amenazó con imponer multas incluso encarcelar a los posibles visionarios. No obstante muchos de ellos no hicieron caso y fueron encarcelados por mucho tiempo. Otros que tampoco atendieron las palabras del alcalde, fueron internados en el hospital mental de Mondragón.

Y ya como conclusión diremos que los mensajes de la Virgen de la Espada, profetizaban una terrible guerra entre hermanos (La guerra civil española), que traería mucha destrucción y muerte. Uno de sus mensajes fue más o menos el siguiente. “Veo correr arroyos de sangre sobre la tierra. Una explanada de miles y miles de cadáveres, unos negros como el carbón y otros naturales”.
Este mensaje lo podemos relacionar con la guerra civil española. Y posterior 2ª guerra mundial.

¿Verdad fraude? Ustedes tienen la última palabra. Lo que sí es verdad que en España hay dicho muy conocido que dice lo siguiente. A rio revuelto ganancia de pescadores.

Enviado por: Francis (País Vasco)

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