Hallan un buque español que naufragó en 1681 cerca de Panamá
Localizado por investigadores de la Universidad Estatal de Texas es uno de los muchos que naufragaron en el Caribe, pero uno de las pocos que no había sido saqueado
Hace tres años, un grupo de arqueólogos de la Universidad Estatal de Texas (EEUU) localizó los restos de un navío hundido en el siglo XVII en las proximidades de la desembocadura del río Chagres (Panamá). Ahora, la investigación ha determinado que esos restos pertenecieron al buque mercante español de Nuestra Señora de la Encarnación: un navío de la flota de Tierra Firme, integrada en la denominada Carrera de Indias, que en 1681 quedó enterrado bajo las aguas del Océano Atlántico tras una fuerte tormenta cuando se dirigía a Portobelo.
Casco inferior del Nuestra Señora de la Encarnación
Captain Morgan Rum
La embarcación fue una de las muchas que naufragó por aquel entonces en esta zona caribeña, pero es una de las pocas que se ha logrado recuperar. Y aunque no oculta ningún tesoro en su interior, su gran estado de conservación confirma el uso que ya se hacía en el siglo XVII de materiales del Nuevo Mundo para la construcción de navíos europeos. Es una de las principales conclusiones del hallazgo extraídas por los arqueólogos, ya que lo habitual es que la acción corrosiva del agua marina dañe a estos pecios con el paso del tiempo.
Además, a pesar de hundirse a pocos metros bajo el mar, no hay evidencias de que el barco sufriera algún tipo de saqueo, algo poco habitual. El jefe de arqueología subacuática del Centro Meadows para el Agua y el Medio Ambiente de la Universidad Estatal de Texas, Frederick "Fritz" Hanselmann, aseguró en un comunicado que los restos encontrados incluyen "porciones inferiores del casco del buque y parte de la carga" que estaba alojada en la bodega. En ella se han localizado barriles y cajas de madera con hojas de espadas, tijeras, herraduras y piezas de cerámica en su interior.
La Flota de Indias
Una antigua investigación realizada en Sevilla por el historiador José Espinosa mantiene que el buque fue construido originalmente en el territorio de Veracruz (actual México). Precisamente al puerto mexicano llegaba una de las flotas -conocida como Nueva España- enviadas desde la capital hispalense (Cádiz asumiría esta función a partir de 1679) para llevar hasta la Corona española las riquezas encontradas (oro, plata, especias, etc.). Sin embargo, el buque La Encarnación formó parte de la otra gran flota: Tierra Firme, que partía rumbo a Cartagena de Indias para recoger el cargamento del norte de América del Sur.
Las dos flotas funcionaban bajo el mando de su matriz, la Flota de Indias: un sistema de convoyes que buscaba aumentar la seguridad del transporte de las mercancías por el Océano Atlántico en un momento en el que la piratería y la enemistad de ingleses y franceses por la colonización española de América amenazaban a las embarcaciones de la Monarquía Hispánica, la potencia hegemónica de los mares por aquel entonces. Este método, integrado por galeones fuertemente armados con cañones y barcos mercantes para llevar la carga, estuvo en activo desde la década de 1520 hasta 1776.
Uno de los investigadores inspecciona la zona del hallazgo
The Meadows Center for Water and the Environment
Una vez que las dos flotas cargaban sus mercancías por separado partían hacia La Habana, Cuba, lugar desde el que salían conjuntamente -cuando el tiempo lo permitía- de regreso a España. Para ello atravesaban el estrecho de Florida y la corriente del Golfo de México, continuando después por el norte del archipiélago de las Bahamas para alcanzar los vientos alisios del oeste, más propicios para la navegación. Dos escoltas armadas acompañaban a los buques mercantes. La de Tierra Firme solía ser más numerosa que la de Nueva España, ya que incluía los galeones de la plata que transportaban los cargamentos de plata real de las minas del Perú.
Pero aunque el sistema de convoyes armados logró con éxito mantener alejados a los corsarios franceses y británicos, las dificultades climáticas, los bancos de arena o los huracanes caribeños fueron una continua amenaza para los buques españoles. La combinación de estos factores provocó que muchos navíos, como La Encarnación, quedaran sepultados bajo las aguas del Atlántico.
Hallazgo casual
Los científicos afirman que las cosas no suelen ocurrir nunca por el destino o el azar, sin embargo hay ocasiones en las que se producen hechos de forma fortuita. Ese puede ser el caso perfectamente del equipo de arqueólogos de la Universidad Estatal de Texas. Los investigadores reconocen que no andaban tras la pista de La Encarnación, ya que cuando dieron con sus restos se encontraban en plena búsqueda de las cinco naves que el famoso y despiadado pirata Henry Morgan perdió en 1671, tras una tormenta, cuando se dirigía a saquear la ciudad de Panamá. Diez años antes de que se hundiera La Encarnación.
Grabado del corsario Henry Morgan
The New York Public Library
En 2010, los investigadores recuperaron algunos cañones pertenecientes a esas embarcaciones lideradas por el legendario corsario galés que se perdieron durante el naufragio, lo que hace que los arqueólogos no pierdan la fe en el proyecto. "La búsqueda de los barcos perdidos de Morgan continuará y quién sabe qué más podemos descubrir en el camino", explicaba Hanselmann en el comunicado. Morgan, nombrado caballero por el rey Carlos II de Inglaterra en 1674, se convirtió en una leyenda para la cultura popular, ya que así lo demuestran las numerosas novelas o películas que han adoptado su figura para protagonizarlas.
Fuentes: EL MUNDO.ES
Hace tres años, un grupo de arqueólogos de la Universidad Estatal de Texas (EEUU) localizó los restos de un navío hundido en el siglo XVII en las proximidades de la desembocadura del río Chagres (Panamá). Ahora, la investigación ha determinado que esos restos pertenecieron al buque mercante español de Nuestra Señora de la Encarnación: un navío de la flota de Tierra Firme, integrada en la denominada Carrera de Indias, que en 1681 quedó enterrado bajo las aguas del Océano Atlántico tras una fuerte tormenta cuando se dirigía a Portobelo.
Casco inferior del Nuestra Señora de la Encarnación
Captain Morgan Rum
La embarcación fue una de las muchas que naufragó por aquel entonces en esta zona caribeña, pero es una de las pocas que se ha logrado recuperar. Y aunque no oculta ningún tesoro en su interior, su gran estado de conservación confirma el uso que ya se hacía en el siglo XVII de materiales del Nuevo Mundo para la construcción de navíos europeos. Es una de las principales conclusiones del hallazgo extraídas por los arqueólogos, ya que lo habitual es que la acción corrosiva del agua marina dañe a estos pecios con el paso del tiempo.
Además, a pesar de hundirse a pocos metros bajo el mar, no hay evidencias de que el barco sufriera algún tipo de saqueo, algo poco habitual. El jefe de arqueología subacuática del Centro Meadows para el Agua y el Medio Ambiente de la Universidad Estatal de Texas, Frederick "Fritz" Hanselmann, aseguró en un comunicado que los restos encontrados incluyen "porciones inferiores del casco del buque y parte de la carga" que estaba alojada en la bodega. En ella se han localizado barriles y cajas de madera con hojas de espadas, tijeras, herraduras y piezas de cerámica en su interior.
La Flota de Indias
Una antigua investigación realizada en Sevilla por el historiador José Espinosa mantiene que el buque fue construido originalmente en el territorio de Veracruz (actual México). Precisamente al puerto mexicano llegaba una de las flotas -conocida como Nueva España- enviadas desde la capital hispalense (Cádiz asumiría esta función a partir de 1679) para llevar hasta la Corona española las riquezas encontradas (oro, plata, especias, etc.). Sin embargo, el buque La Encarnación formó parte de la otra gran flota: Tierra Firme, que partía rumbo a Cartagena de Indias para recoger el cargamento del norte de América del Sur.
Las dos flotas funcionaban bajo el mando de su matriz, la Flota de Indias: un sistema de convoyes que buscaba aumentar la seguridad del transporte de las mercancías por el Océano Atlántico en un momento en el que la piratería y la enemistad de ingleses y franceses por la colonización española de América amenazaban a las embarcaciones de la Monarquía Hispánica, la potencia hegemónica de los mares por aquel entonces. Este método, integrado por galeones fuertemente armados con cañones y barcos mercantes para llevar la carga, estuvo en activo desde la década de 1520 hasta 1776.
Uno de los investigadores inspecciona la zona del hallazgo
The Meadows Center for Water and the Environment
Una vez que las dos flotas cargaban sus mercancías por separado partían hacia La Habana, Cuba, lugar desde el que salían conjuntamente -cuando el tiempo lo permitía- de regreso a España. Para ello atravesaban el estrecho de Florida y la corriente del Golfo de México, continuando después por el norte del archipiélago de las Bahamas para alcanzar los vientos alisios del oeste, más propicios para la navegación. Dos escoltas armadas acompañaban a los buques mercantes. La de Tierra Firme solía ser más numerosa que la de Nueva España, ya que incluía los galeones de la plata que transportaban los cargamentos de plata real de las minas del Perú.
Pero aunque el sistema de convoyes armados logró con éxito mantener alejados a los corsarios franceses y británicos, las dificultades climáticas, los bancos de arena o los huracanes caribeños fueron una continua amenaza para los buques españoles. La combinación de estos factores provocó que muchos navíos, como La Encarnación, quedaran sepultados bajo las aguas del Atlántico.
Hallazgo casual
Los científicos afirman que las cosas no suelen ocurrir nunca por el destino o el azar, sin embargo hay ocasiones en las que se producen hechos de forma fortuita. Ese puede ser el caso perfectamente del equipo de arqueólogos de la Universidad Estatal de Texas. Los investigadores reconocen que no andaban tras la pista de La Encarnación, ya que cuando dieron con sus restos se encontraban en plena búsqueda de las cinco naves que el famoso y despiadado pirata Henry Morgan perdió en 1671, tras una tormenta, cuando se dirigía a saquear la ciudad de Panamá. Diez años antes de que se hundiera La Encarnación.
Grabado del corsario Henry Morgan
The New York Public Library
En 2010, los investigadores recuperaron algunos cañones pertenecientes a esas embarcaciones lideradas por el legendario corsario galés que se perdieron durante el naufragio, lo que hace que los arqueólogos no pierdan la fe en el proyecto. "La búsqueda de los barcos perdidos de Morgan continuará y quién sabe qué más podemos descubrir en el camino", explicaba Hanselmann en el comunicado. Morgan, nombrado caballero por el rey Carlos II de Inglaterra en 1674, se convirtió en una leyenda para la cultura popular, ya que así lo demuestran las numerosas novelas o películas que han adoptado su figura para protagonizarlas.
Fuentes: EL MUNDO.ES
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