Los bulos triunfan en Facebook. ¿Intervienen los Magufos, en estas noticias?

Un estudio muestra que las afirmaciones sin pruebas tienen tanto impacto como las que sí las ofrecen y sugiere que los afines a teorías conspirativas se creen más mentiras. ¿Por qué creemos en teorías de la conspiración?

Imagen de la misión 'Apolo 15', una de las seis veces que los humanos se han posado sobre la Luna, algo que niegan muchas teorías conspirativas. / NASA

Internet ha puesto a nuestra disposición una gran cantidad de información y nos ha dado la posibilidad de contrastar en pocos segundos la mayor parte de las afirmaciones que leemos. Sin embargo, eso no ha beneficiado la difusión de informaciones veraces. Un análisis reciente ha mostrado que algunos bulos, como la relación entre las vacunas y el autismo, la posibilidad de que alguien nos esté fumigando con aviesas y secretas intenciones o la existencia de un Gobierno alienígena en la sombra, tienen tanta repercusión en redes como Facebook como la información más contrastable que se publica en los medios de comunicación.

Los autores del anterior estudio, liderado por Walter Quattrociocchi, de la Universidad del Nordeste en Boston (EE UU), han tratado de analizar también las diferencias entre los grupos que consumen la información convencional y quienes prefieren las fuentes alternativas. En un nuevo trabajo, muestran que existe una importante polarización entre los dos grupos. Esto se traduce además en que las personas con una y otra tendencia son prácticamente impermeables a los puntos de vista opuesto, porque “dos individuos solo son capaces de influirse si sus opiniones están por debajo de una distancia determinada”.

El análisis incluyó 271.296 posts de 73 páginas de Facebook clasificadas según el tipo de información que ofrecen como “explicaciones alternativas de la realidad” o “noticias científicas” o verificables. Además, se clasificó a los usuarios según su preferencia por uno u otro tipo de noticias.

Con este punto de partida, observaron que los consumidores de noticias científicas se centraban en comentar las noticias de su ámbito, con un 90,29% para estos usuarios, pero también se preocupaban de comentar en las fuentes de información alternativa, a las que dedicaron un 9,71% de sus comentarios. Los usuarios de noticias alternativas, por su parte, se aventuraban a comentar en los sitios de noticias alternativas con mucha menor frecuencia: solo un 0,92% de sus comentarios fueron a parar a sitios de noticias científicas. Además, se observó que los lectores de informaciones poco convencionales estaban más inclinados a difundir la información compartiéndola con sus contactos que los de noticias convencionales.

Los investigadores también observaron que las personas dispuestas a creer en teorías de la conspiración son más propensas a interactuar y difundir informaciones completamente falsas. Esto lo comprobaron después de lanzar 4.709 afirmaciones falsas producida por una página de contenido paródico. Los aficionados a las teorías conspirativas fueron mucho más activos comentando y difundiendo los bulos. Por su parte, los consumidores de noticias científicas tampoco distinguieron las noticias conspirativas falsas de las genuinas y siguieron comentando para desmontarlas.

Las teorías conspirativas, que no dejan flecos sin explicar, ayudan frente a la incertidumbre

La hipótesis del equipo de Quattrociocchi que explica que los consumidores habituales de “noticias alternativas” den credibilidad a este tipo de afirmaciones es que la exposición a historias imposibles de comprobar “podría afectar los criterios de selección de los usuarios incrementando su inclinación a interactuar con información falsa".

La inclinación por creer teorías conspirativas se ha relacionado con la necesidad de tener explicaciones completas. Frente a un desastre natural o un ataque terrorista se produce una sensación de desamparo que no ayuda a aliviar el análisis de la realidad, que por su propia naturaleza dejará partes de la historia sin explicar del todo. Las teorías de la conspiración, libre del lastre de presentar pruebas de lo que afirma, proporcionan una narración más redonda y, para muchos, más satisfactoria. No obstante, esta tendencia tan frecuente deja, como han mostrado los investigadores italianos, desprotegido frente a todo tipo de mentiras.


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