«La leyenda del pueblo maldito de Ochate es falsa»
Quienes han investigado la historia de esta localidad abandonada de Treviño aseguran que su «maldición» no tiene fundamento
Las ruinas de Ochate
«¿Estaremos preparados para la gran oleada OVNI que se avecina en el 2015? Ochate es la clave», se asegura en la promoción del libro «La verdadera historia de Ochate, el pueblo maldito» (Amazon). En él su autor, Pruden Muguruza, insiste en que «uno de los grandes enigmas de la historia» se encuentra a apenas 14 kilómetros de Vitoria, en esta pequeña población abandonada del condado burgalés de Treviño. En sus cercanías, aunque en parajes próximos a Aguillo, Muguruza realizó en 1981 una famosa fotografía de un supuesto ovni que cambiaría para siempre su vida... y la de Ochate.
La imagen se publicó en 1982 en «Mundo desconocido», la revista de referencia entonces para los aficionados a la ufología, en el reportaje sobre este «Ovni en Treviño» que firmó J.J. Benítez. Tres meses después, el propio Muguruza publicó en la misma revista «Luces en la puerta secreta», el artículo que convirtió a Ochate en icono del misterio en España. Según Muguruza, el «enigma de Ochate» comenzó en 1860, cuando «se desató una epidemia de viruela» en este pueblo cuyo nombre vasco se traduciría como «puerta secreta» o «puerta del frío». Cuatro años después «se repitió el flagelo, esta vez de tifus» y en 1870, dos años después de la extraña desaparición del párroco del pueblo, «se produjo la tercera y última epidemia, y evidentemente la más mortal: el cólera».
Muguruza relató que solo tres vecinos huyeron a tiempo. El cementerio se quedó pequeño y los cadáveres fueron enterrados diseminados por la ladera. «Pero lo extraño de estos hechos en que, salvo en estos puntos, en ningún pueblo ocurrió nada parecido a pesar de encontrarse relativamente cerca. Desde entonces quedó deshabitado y se empezó a tejer su leyenda de aldea maldita», decía en el artículo.
El vitoriano Enrique Echazarra fue uno de los apasionados del mundo del misterio que acudió a Ochate por aquel entonces. Sugestionados por la leyenda, algunos llegaban predispuestos a confundir las luces de un avión con un ovni, o los ojos del ganado que pastaba por el lugar con espíritus. «No vi nunca nada», asegura Echazarra a ABC. Interesado por la historia de Ochate, comenzó a investigar las epidemias «selectivas» que arrasaron el lugar. «Enredando entre archivos de Burgos y Álava, cuál fue mi sorpresa al ver que en los documentos no se hablaba de epidemias, sino de la vida normal de un pueblo más que se fue despoblando», relata.
Echazarra llegó a contactar en una residencia de ancianos con José Miguel Aránguis, un abuelo de 80 años que había vivido su juventud en Ochate, ya que no se despobló en 1870, sino años antes de la Guerra Civil. El último habitante de Ochate «estaba muy sorprendido de lo que se decía de su pueblo. Nos dijo que allí nunca había habido ni brujas, ni fantasmas, ni ovnis», señala.
antonio arroyo
Ochate, en el condado de Treviño
Antonio Arroyo y Julio Corral recogieron este testimonio de Aránguis en su libro «Ochate, realidad y leyenda del pueblo maldito» (2007), así como las investigaciones que llevaron a cabo durante dos años y medio, entrevistando a lugareños y consultando archivos históricos, censos y catastros.
El pueblo, que según los datos documentales ya existía con el nombre de Gogate allá por el siglo XI, «nació al borde de una antigua calzada que unía el valle con un Camino Real» y su abandono «tuvo mucho que ver con el aislamiento al que fue sometido con el nacimiento de un nuevo Camino Real, que dejó a Ochate desubicado en favor de otros pueblos», destaca Arroyo.
«Ese aislamiento hizo que poco a poco fuese languideciendo hasta acabar siendo abandonado por sus últimos habitantes en las primeras décadas del siglo XX», añade el investigador, que resume así la vida del pueblo: «un camino le dio la vida y otro se la quitó».
Arroyo y Corral investigaron qué fue del cura desaparecido en 1868 y dieron con una serie de cartas en el obispado de Calahorra. Su pista acababa en Brasil. «Localizamos y entrevistamos a la sobrina nieta de Antonio Villegas, que era el nombre de aquel párroco cuya desaparición tuvo poco que ver con motivos paranormales y mucho con una historia de amor y rebeldía que bien merecería una novela», afirma.
Tampoco la necrópolis a la que alude Muguruza guarda ningún misterio. «Data de los siglos IX-X y es similar a otras de su época como Revenga o Cuyacabras» y los enterramientos «muestran túmulos de distintos tamaños, tanto de adultos como de niños», apunta Arroyo. Hay tumbas que no guardan el tamaño original, añade Echazarra, porque «están en una colina y con el paso del tiempo se están desmoronando».
«La leyenda de Ochate es falsa y se ha demostrado. No tiene fundamento, no cuadra nada», remarca Echazarra. Ni siquiera el nombre original del pueblo se refiere a ninguna puerta secreta o del frío, ya que etimológicamente Ochate deriva de Gogate y éste «hacía mención a la geografía del lugar, como pueblo de arriba» del camino, explica el autor de «50 Lugares Mágicos del País Vasco» que ya en 2001 defendió su visión crítica del misterio de Ochate.
A su juicio, «Muguruza se pilló las manos porque ubicó la historia demasiado cerca de nuestro tiempo». Sin embargo, dice, «sigue erre que erre» con sus teorías en su libro. «Cuenta que Ochate fue un enclave de los templarios, que hubo presencia alienígena... ¡y no es una novela! Son sus investigaciones», se sorprende este colaborador de «Cuarto Milenio». A Íker Jiménez, que incluyó Ochate en su libro «Enigmas sin resolver» y que ha abordado el tema en varias ocasiones en su programa de televisión, le envía un mensaje: «Falta el programa definitivo que sentencie el tema».
«El Bélmez vasco»
El periodista Luis Alfonso Gámez, autor del blog «Magonia», tiene muy claro que «Ochate es una leyenda de chichinabo» que «se inventó Prudencio Muguruza» y se convirtió «en el Bélmez vasco». Como las supuestas caras de este pueblo andaluz, es «otro montaje».
«Algunos le hemos pedido a Prudencio durante décadas que enseñe documentos, pero no lo hace», apunta Gámez. Es una actitud muy común en los «supuestos expertos en lo paranormal que se inventan cosas y cuando les pides las pruebas dicen que los documentos se perdieron, hablan de tradición oral...», dice.
El autor de «El peligro de creer» (Léeme libros, 2015) añade que la foto del supuesto ovni «no era más que una nube iluminada», que vendió en 1982 por medio millón de pesetas a un industrial alavés que hizo pósters con la imagen. Así pasó de ser un empleado de una entidad bancaria, a testigo de un supuesto avistamiento y a «ganarse la vida explotando la ingenuidad de los demás».
Aunque el «pueblo maldito» de Ochate ya no sufre la invasión de romerías esotéricas de los años 80, que dejaban los campos pisoteados, restos de hogueras por doquier y cantidades ingente de basura para desesperación de los pocos habitantes del lugar, aún sigue suscitando el interés de los creyentes en lo paranormal y de muchos curiosos. «Los testimonios sobre presuntos fenómenos paranormales han sido abundantes durante los últimos 30 años, y eso es un hecho incontestable. A partir de ahí, habría que analizar si puede tratarse de un fenómeno de sugestión colectiva, de fenómenos naturales mal comprendidos o de una mezcla de todo ello. Que cada cual lo juzgue según su criterio, señala Arroyo.
«Esto es imparable», constata Echazarra. Ochate, «como fenómeno sociológico, es impresionante».
Fuentes: ABC.ES
Las ruinas de Ochate
«¿Estaremos preparados para la gran oleada OVNI que se avecina en el 2015? Ochate es la clave», se asegura en la promoción del libro «La verdadera historia de Ochate, el pueblo maldito» (Amazon). En él su autor, Pruden Muguruza, insiste en que «uno de los grandes enigmas de la historia» se encuentra a apenas 14 kilómetros de Vitoria, en esta pequeña población abandonada del condado burgalés de Treviño. En sus cercanías, aunque en parajes próximos a Aguillo, Muguruza realizó en 1981 una famosa fotografía de un supuesto ovni que cambiaría para siempre su vida... y la de Ochate.
La imagen se publicó en 1982 en «Mundo desconocido», la revista de referencia entonces para los aficionados a la ufología, en el reportaje sobre este «Ovni en Treviño» que firmó J.J. Benítez. Tres meses después, el propio Muguruza publicó en la misma revista «Luces en la puerta secreta», el artículo que convirtió a Ochate en icono del misterio en España. Según Muguruza, el «enigma de Ochate» comenzó en 1860, cuando «se desató una epidemia de viruela» en este pueblo cuyo nombre vasco se traduciría como «puerta secreta» o «puerta del frío». Cuatro años después «se repitió el flagelo, esta vez de tifus» y en 1870, dos años después de la extraña desaparición del párroco del pueblo, «se produjo la tercera y última epidemia, y evidentemente la más mortal: el cólera».
Muguruza relató que solo tres vecinos huyeron a tiempo. El cementerio se quedó pequeño y los cadáveres fueron enterrados diseminados por la ladera. «Pero lo extraño de estos hechos en que, salvo en estos puntos, en ningún pueblo ocurrió nada parecido a pesar de encontrarse relativamente cerca. Desde entonces quedó deshabitado y se empezó a tejer su leyenda de aldea maldita», decía en el artículo.
El vitoriano Enrique Echazarra fue uno de los apasionados del mundo del misterio que acudió a Ochate por aquel entonces. Sugestionados por la leyenda, algunos llegaban predispuestos a confundir las luces de un avión con un ovni, o los ojos del ganado que pastaba por el lugar con espíritus. «No vi nunca nada», asegura Echazarra a ABC. Interesado por la historia de Ochate, comenzó a investigar las epidemias «selectivas» que arrasaron el lugar. «Enredando entre archivos de Burgos y Álava, cuál fue mi sorpresa al ver que en los documentos no se hablaba de epidemias, sino de la vida normal de un pueblo más que se fue despoblando», relata.
Echazarra llegó a contactar en una residencia de ancianos con José Miguel Aránguis, un abuelo de 80 años que había vivido su juventud en Ochate, ya que no se despobló en 1870, sino años antes de la Guerra Civil. El último habitante de Ochate «estaba muy sorprendido de lo que se decía de su pueblo. Nos dijo que allí nunca había habido ni brujas, ni fantasmas, ni ovnis», señala.
antonio arroyo
Ochate, en el condado de Treviño
Antonio Arroyo y Julio Corral recogieron este testimonio de Aránguis en su libro «Ochate, realidad y leyenda del pueblo maldito» (2007), así como las investigaciones que llevaron a cabo durante dos años y medio, entrevistando a lugareños y consultando archivos históricos, censos y catastros.
El pueblo, que según los datos documentales ya existía con el nombre de Gogate allá por el siglo XI, «nació al borde de una antigua calzada que unía el valle con un Camino Real» y su abandono «tuvo mucho que ver con el aislamiento al que fue sometido con el nacimiento de un nuevo Camino Real, que dejó a Ochate desubicado en favor de otros pueblos», destaca Arroyo.
«Ese aislamiento hizo que poco a poco fuese languideciendo hasta acabar siendo abandonado por sus últimos habitantes en las primeras décadas del siglo XX», añade el investigador, que resume así la vida del pueblo: «un camino le dio la vida y otro se la quitó».
Arroyo y Corral investigaron qué fue del cura desaparecido en 1868 y dieron con una serie de cartas en el obispado de Calahorra. Su pista acababa en Brasil. «Localizamos y entrevistamos a la sobrina nieta de Antonio Villegas, que era el nombre de aquel párroco cuya desaparición tuvo poco que ver con motivos paranormales y mucho con una historia de amor y rebeldía que bien merecería una novela», afirma.
Tampoco la necrópolis a la que alude Muguruza guarda ningún misterio. «Data de los siglos IX-X y es similar a otras de su época como Revenga o Cuyacabras» y los enterramientos «muestran túmulos de distintos tamaños, tanto de adultos como de niños», apunta Arroyo. Hay tumbas que no guardan el tamaño original, añade Echazarra, porque «están en una colina y con el paso del tiempo se están desmoronando».
«La leyenda de Ochate es falsa y se ha demostrado. No tiene fundamento, no cuadra nada», remarca Echazarra. Ni siquiera el nombre original del pueblo se refiere a ninguna puerta secreta o del frío, ya que etimológicamente Ochate deriva de Gogate y éste «hacía mención a la geografía del lugar, como pueblo de arriba» del camino, explica el autor de «50 Lugares Mágicos del País Vasco» que ya en 2001 defendió su visión crítica del misterio de Ochate.
A su juicio, «Muguruza se pilló las manos porque ubicó la historia demasiado cerca de nuestro tiempo». Sin embargo, dice, «sigue erre que erre» con sus teorías en su libro. «Cuenta que Ochate fue un enclave de los templarios, que hubo presencia alienígena... ¡y no es una novela! Son sus investigaciones», se sorprende este colaborador de «Cuarto Milenio». A Íker Jiménez, que incluyó Ochate en su libro «Enigmas sin resolver» y que ha abordado el tema en varias ocasiones en su programa de televisión, le envía un mensaje: «Falta el programa definitivo que sentencie el tema».
«El Bélmez vasco»
El periodista Luis Alfonso Gámez, autor del blog «Magonia», tiene muy claro que «Ochate es una leyenda de chichinabo» que «se inventó Prudencio Muguruza» y se convirtió «en el Bélmez vasco». Como las supuestas caras de este pueblo andaluz, es «otro montaje».
«Algunos le hemos pedido a Prudencio durante décadas que enseñe documentos, pero no lo hace», apunta Gámez. Es una actitud muy común en los «supuestos expertos en lo paranormal que se inventan cosas y cuando les pides las pruebas dicen que los documentos se perdieron, hablan de tradición oral...», dice.
El autor de «El peligro de creer» (Léeme libros, 2015) añade que la foto del supuesto ovni «no era más que una nube iluminada», que vendió en 1982 por medio millón de pesetas a un industrial alavés que hizo pósters con la imagen. Así pasó de ser un empleado de una entidad bancaria, a testigo de un supuesto avistamiento y a «ganarse la vida explotando la ingenuidad de los demás».
Aunque el «pueblo maldito» de Ochate ya no sufre la invasión de romerías esotéricas de los años 80, que dejaban los campos pisoteados, restos de hogueras por doquier y cantidades ingente de basura para desesperación de los pocos habitantes del lugar, aún sigue suscitando el interés de los creyentes en lo paranormal y de muchos curiosos. «Los testimonios sobre presuntos fenómenos paranormales han sido abundantes durante los últimos 30 años, y eso es un hecho incontestable. A partir de ahí, habría que analizar si puede tratarse de un fenómeno de sugestión colectiva, de fenómenos naturales mal comprendidos o de una mezcla de todo ello. Que cada cual lo juzgue según su criterio, señala Arroyo.
«Esto es imparable», constata Echazarra. Ochate, «como fenómeno sociológico, es impresionante».
Fuentes: ABC.ES
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