¿Santos o Alienados?

Si hubo un rasgo común a casi todos los Santos, bien podría ser el comportamiento anormal de estos hombres. Hay una excepción con San Francisco de Sales que predicaba una vida normal para llegar a la perfección Cristiana.

Un hecho curioso, en 1632 se hizo la exhumación del cadáver, se encontraba en perfecto estado e incluso elasticidad en los brazos, al mismo tiempo una fragancia dulce emanaba del ataúd. ¿Cómo se puede explicar esto que un cuerpo siga intacto, que se encuentre en un asombroso estado de momificación natural?
Y no es el único, la lista de cadáver incorruptible es larga. Durante los siglos XVI y XVII, varios de los futuros canonizados tuvieron primero una vida de largas experiencias que va desde pastor, soldado o haber tenido mujer y varios hijos. Observemos que hubo pocas mujeres canonizadas en comparación con los hombres, Santa Teresa de Ávila, Santa Catalina Tomas y alguna mas.

También quiero añadir que numerosos Santos y Santas han pertenecido a la nobleza, como Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Pedro de Alcántara, Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, etc... Francisco Borja era uno de los Grandes de España, con muchos títulos nobiliarios, General de la Compañía de Jesús, Duque de Gandía, Marqués de Lombay, Virrey de Cataluña… Sin embargo, estos hombres no han aprovechado de sus raíces nobles, han conseguido la canonización romana por haber recorrido los territorios de la exageración, del exceso de austeridad y de alguna forma de inversión social.
Sabemos como Francisco Borja, a pesar de la insistencia de Carlos Quinto (Carlos I de España) y del Papa, se negó varias veces ser Cardenal. Una ambigüedad subsiste en casos como Ignacio de Loyola y Francisco Borja, quien negó toda distinción en la institución eclesiástica pero si aceptaron el uno como el otro, ser General de la Compañía de Jesús, lo que suponía una nueva forma de poder.

Pero, esto no es mi tema, volvamos a lo que hace la originalidad de estos personajes, lo cual ofrece la admiración del gentío, que como ya lo he sugerido, es el exceso. Muchos de estos Santos practicaban en sus cuerpos una coacción de lo más aterrador. Obraban para vencer el cuerpo, exigir lo imposible al organismo, llegando al límite de la resistencia física con el fin de dejar al espíritu todo el espacio de la vida. Veamos la historia de Pedro de Alcántara, de linaje noble, orientación precoz hacia las letras, universidad de Salamanca.
A los 16 años contra toda la lógica, escoge la humildad y la pobreza absoluta y toma el hábito de San Francisco en un convento. Aquí, en este convento, Pedro de Alcántara, concluye un pacto con su cuerpo, por la eternidad, pide la autorización de maltratarlo hasta la muerte. De hecho, parece difícil ir más allá de los castigos que infligió a su cuerpo. Según sus biógrafos, una comida compuesta de pan, de algunos legumbres mezclados con ceniza simbólica y agua. Nunca carne, ni vino. Pero no es todo, de vez en cuando un ayuno de varios días, hasta la semana.

Vamos que si aplicamos esto en las cárceles, menuda revuelta se iba a formar, sin contar con la Liga de los Derechos Humanos que no faltarían en manifestarse con toda lógica. Es que no es racional, además dos veces al día tocaba flagelación (se sigue practicando en la Rioja durante las procesiones), llevaba puesto un accesorio para provocar deliberadamente dolor o castidad, para mortificar la carne, usaba lo que se llama un cilicio repleto de púas de metal afiladas.

Dormía de una a dos horas por noche, jamás acostado en su celda tan pequeña porque era imposible extenderse a lo largo, iba descalzo tanto invierno como verano, “disfrutando” de largas instancias de soledad. No pensemos que el comportamiento de San Pedro de Alcántara fue el único, porque personas como Ignacio de Loyola, Teresa de Ávila, Francisco Borja, Juan de la Cruz, Alfonso Rodríguez o José Oriol, actuaron de la misma manera.

En estos volvemos a encontrarnos con prácticas de ayunos muy severas, disciplina, cilicio y meditación solitaria. A propósito de San José Oriol, llamado “Doctor Paniagua”, se asegura (¿en su biografía o hagiografía?), que durante 25 años se mantuvo de pan y agua. No era de extrañar que a consecuencia de la negligencia del cuerpo, aparecieran las éxtasis, como les ocurrió a Juan de la Cruz, Ignacio de Loyola, una éxtasis de 3 días con apariencia de muerte para Teresa de Ávila, una éxtasis de 21 días para Catalina Tomas, la Santa de Mallorca.

Sabemos que esta conducta, no es propio a la religión Católica, la India ha tenido sus Santos, estos también, para meditar y llegar a la iluminación (Kevalgnyan), no dudaban en quitarse la ropa y respectar largas temporadas de ayuno, pero sin llegar a un castigo utilizando accesorios para dañar el cuerpo. Reconozco que no puedo comprender porque algunos hombres y mujeres han llegado a cometer prácticas de mortificaciones y penitencia corporal, ese desinterés de la vida, ese suicidio a largo plazo, esos sufrimientos causados a los padres y familiares, esas locuras...

Angulema a 30 de Marzo de 2015
Cándido Encinas Encinas

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