Canfranc, la estación fantasma

«La frontera dormida» de los Pirineos
Canfranc, la estación fantasma
José Zegrí
Canfranc (Huesca) 18/7/1928. Inauguración solemne. S.M. el Rey don Alfonso XIII y el presidente de la Republica francesa, Gaston Doumergue en los momentos en los que quedo abierta la comunicación ferroviaria entre Francia y España a través del túnel de Somport

«La frontera dormida» es el título de una magnífica novela de José Luis Galar (Zaragoza, 1965) ambientada en la estación de Canfranc. Una novela trepidante en la que hay Segunda Guerra Mundial, espionaje, nazis, traficantes de arte, todo ello en torno a una de las estaciones de ferrocarril más fascinantes que existen: la Estación de Canfranc.

El 18 de julio de 1928 el rey de España Alfonso XIII inauguraba oficialmente esta estación. A las cinco de la mañana llegó el primer tren con los invitados al acto. Y a las seis arribó el tren que llevaba a Alfonso XIII, que descansaba todavía. Comenzaban los preparativos. A las diez llegó la división de Montaña, formada por 1.200 hombres y dos grupos de Artillería. Bajaron desde las alturas de los Pirineos maniobrando. Y a las once llegó el tren regio. El Rey vestía uniforme de capitán general de diario. Y a las once y media llegó el tren eléctrico que llevaba al presidente de la república francesa, Gaston Doumergue, y su séquito. Todo con la solemnidad que la obra requería.

Su situación estratégica hizo que Canfranc se convirtiera en un paso de primer orden. Durante los años treinta el esplendor rodeó a la población que albergaba la estación, y siguió así hasta los inicios de la Segunda Guerra Mundial. El Pirineo aragonés fue durante esos años un lugar de paso de aquellos que huían del régimen nazi, y uno de los pasos de los trenes que llevaban el wolframio y el hierro españoles para ser utilizados por la industria armamentística alemana. Pero también de espías nazis y aliados en el que confluyeron personajes anónimos que arriesgaron sus vidas para proporcionar información con la que hacer frente a la maquinaria bélica alemana. Redes de espías, estafadores, individuos de toda índole anduvieron por los alrededores de esta fantástica estación.

Y luego llegó la decadencia. Tras la Segunda Guerra Mundial se interrumpió el tráfico de viajeros, que ya no se recuperó jamás. El 27 de marzo de 1970 se cerró al tráfico internacional después del derrumbe del puente de L’Estanguet, tras el descarrilamiento de un tren francés. Desde entonces todo ha sido decadencia e intentos por conseguir recuperar al menos el atractivo innegable de una estación mítica que se encuentra en un lugar increíble.

La fotografía es de un viejo conocido nuestro, José Zegrí (1887-1955), un dandi altísimo de cuidado bigote, del que ya hemos hablado en esta sección, y fue portada de ABC el 20 de julio de 1928.



Fuentes: ABC.ES

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